COMPORTAMIENTOS DE ADICCIÓN A LAS DROGAS, LIGADOS A IMPEDIMENTOS EN SEIS REDES CEREBRALES
La drogadicción es un trastorno que abarca no solo la búsqueda y la toma excesiva de drogas, sino también cambios fundamentales en la cognición y el procesamiento emocional. Comprende síntomas clínicos centrales y manifestaciones conductuales que incluyen un ciclo de intoxicación crónica, atracones, abstinencia y antojos que propulsan el consumo incontrolable de drogas a pesar de las consecuencias adversas y una reducción en el placer derivado de la droga.
Aunque gran parte de las primeras investigaciones sobre la adicción a las drogas se centraron en comprender las propiedades gratificantes de la droga, estudios recientes han dejado cada vez más claro que las deficiencias cognitivas y emocionales apoyan la iniciación, la escalada y el mantenimiento del ciclo de la adicción. Entender mejor los mecanismos neuronales dañados subyacentes en la adicción a las drogas en humanos es fundamental para allanar el camino para el desarrollo de intervenciones de tratamiento más específicas, basadas en la evidencia y enfoques de prevención oportuna.
El modelo de ‘Impaired Response Inhibition and Salience Attribution’ (iRISA), publicado por primera vez en 2002 por Rita Goldstein, profesora de Psiquiatría y Neurociencia y directora del programa de investigación ‘Neuropsychoimaging of Addiction and Related Conditions’ en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, y Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, propuso que las deficiencias de dos amplias funciones neuropsicológicas: la inhibición de la respuesta (un proceso cognitivo que permite a los individuos inhibir sus impulsos) y la atribución de relevancia (la propiedad de marcar algo como valioso o importante) y sus sustratos neuronales subyacente contribuyen al ciclo de la adicción en una amplia gama de sustancias de abuso.
El modelo iRISA utiliza múltiples modalidades de neuroimagen incluyendo imágenes de resonancia magnética, electroencefalograma (EEG) y potenciales relacionados con eventos derivados, tomografía por emisión de positrones y pruebas neuropsicológicas para explorar la neurobiología subyacente de la adicción a las drogas y el cambio a la prominencia excesiva atribuida a la droga y las señales relacionadas con las drogas a expensas de otros reforzadores destacados como los asociados con el autocontrol alterado (especialmente en un contexto relacionado con las drogas) y el aumento de la toma de drogas en las personas adictas a las drogas.
Deficiencias constantes en la función de las seis redes cerebrales
“Llevamos a cabo la revisión actual para actualizar el modelo iRISA con la evidencia más reciente de la literatura de neuroimágenes mediante la revisión sistemática de 105 estudios de neuroimagen relacionados con tareas publicados desde 2010”, detalla el doctor Goldstein, principal autor del artículo.
Y continúa: “Encontramos deficiencias constantes en la función cerebral en seis redes cerebrales de gran escala durante la realización de diferentes tareas. Aunque la participación de estas redes cerebrales específicas era concreta de la tarea, generalmente observamos que en un contexto relacionado con las drogas (por ejemplo, durante la exposición a señales de drogas) las personas adictas a las drogas tuvieron un mayor compromiso de las redes cerebrales que subyacen a la toma de decisiones, el control inhibitorio y el procesamiento social y emocional, pero una respuesta mitigada durante las tareas no relacionadas con las drogas, según lo predicho por el modelo iRISA”.
Específicamente, el equipo de estudio de Mount Sinai evaluó la función cerebral en la adicción a las drogas a través de una serie de redes cerebrales, incluidos los hallazgos de análisis de todo el cerebro de las diferencias significativas entre los grupos. Organizaron los resultados en seis redes cerebrales a gran escala que mostraron un deterioro de la función cerebral en la adicción, que abarca la “red de recompensa”, incluyendo regiones cerebrales subcorticales y corticales activadas durante la evaluación del valor subjetivo; la “red de hábitos” estriatal, que subyace al aprendizaje del comportamiento automatizado; la “red de prominencia”, regiones involucradas en (re) dirigir recursos atencionales hacia estímulos sobresalientes; y la “red ejecutiva”, que admite la selección de posibles respuestas de comportamiento (a menudo también denominada red de control inhibitorio).
Se descubrió que dos redes adicionales, que no se discutieron en revisiones anteriores del modelo iRISA, son relevantes para la función cerebral en la adicción a las drogas: la “red autodirigida”, que se activa durante los procesos cognitivos autodirigidos/referenciales, y la “red de memoria”, involucrada en el aprendizaje y la memoria flexible.
“Nuestra revisión es el primer enfoque sistemático para integrar lo que sabemos sobre la función de cada una de estas redes en un modelo integral subyacente a la sintomatología de la adicción a las drogas en todo el ciclo de la adicción”, dice la primera autor del artículo, Anna Zilverstand, profesora asistente de Psiquiatría en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai.
“Demostramos déficits comunes que subyacen a la adicción a las drogas independientemente de la principal droga de elección, que se asocian con medidas de consumo de drogas diarias y reales y que predicen el inicio, la subida y la recaída en el consumo de drogas. Nuestro trabajo podría aportar información para los trabajos de desarrollo de tratamientos específicamente dirigidos a aliviar estos déficits del comportamiento cerebral”, concluye.
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