Marihuana vs. salud
Quien se va a lucrar con la venta y el uso de la marihuana dice: “el uso de la marihuana es inofensivo”, “fumar marihuana es menos dañino que fumarse un cigarrillo”, “la marihuana da tranquilidad, permite que te relajes, te pone en onda”, “fumar marihuana antes de la fiesta, o durante ella, te desinhibe, motiva, tranquiliza y permite que te diviertas”. Mejor dicho: ¿no has oído que la marihuana es salud?
Fuente: Carlos Arturo Leal Medina | Elespectador.com
Pero el buen amigo, el padre o el médico le dirán que, si no es estrictamente necesario, evite su consumo. “Eso envicia”, “eso es peligroso, perjudicial, te puede arruinar tu vida”, “por favor: no lo hagas”. ¿Hay algún vicio bueno?
Y la autoridad le dirá: “Pues, joven, si te decides a usar esas drogas, lo primero que debes saber es que lo haces bajo tu responsabilidad. Una acción equivocada te llevará a la cárcel, al hospital o a la tumba, o lo hará con tus familiares y amigos que te acompañan. Es tu decisión. ¡Piénsalo!”.
Cuando a un joven lo invitan a fumar marihuana lo hacen a escondidas, lo invitan a sumarse a un grupo que se va a divertir, pero donde no los vean, donde nadie va a gastar nada, ya que quienes lo invitan son los inducidores, los del negocio, quienes lo van a corromper.
Y oigan, es cierto que quienes fuman marihuana por primera vez sienten algo especial, algo inexplicable, pero de grandes y graves consecuencias. Los jóvenes que la mezclan con licor y rumba, lo menos que van a lamentarse es por haber perdido su virginidad tan miserablemente y tendrán que lamentarse por el resto de su vida.
“Y no deben olvidarse que las drogas son adictivas… con cinco prueba, con diez se ceba y con 20 a la casa lleva”, decían quienes atraían a los clientes con algún “juego inofensivo”. Como desinhiben, al conducir se pierden gran parte de los reflejos y la responsabilidad. Para estudiar, los efectos de una buena dosis de marihuana pueden durar varios días, semanas y hasta meses. El sentimiento de culpa es inmenso, ante sí, ante sus padres, familiares y amigos.
No hay drogas buenas o inofensivas, como no hay armas que lo sean. Tampoco hay licores buenos y malos. Mucho menos “terroristas” que, como amnistiados, se han convertido en ejemplos dignos de imitar, aunque algunos, después de pagar largas condenas, han encontrado al señor y entendido que todas sus malas obras los hicieron merecedores de los castigos sufridos.
La historia les dará la razón a nuestros legisladores del Congreso, pero muy especialmente a nuestros presidentes, que no podrán olvidarse que son “los comandantes en jefe de todas las ramas del poder” y, por lo tanto, los que ordenan el rumbo del barco y las acciones que se deben tomar, en forma preventiva y también en forma curativa.
“Que nadie se atreva a jurar en vano y mucho menos si lo hace colocando sus manos sobre la Biblia”.
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