DROGAS IRREGULARES Y REGULACIONES OBSOLETAS
El régimen de prohibición en materia de drogas que predomina actualmente a nivel global tuvo origen hace más de 100 años. Organismos internacionales y gobiernos locales alrededor del mundo trabajan para erradicar la distribución y el consumo de drogas como heroína, cocaína, anfetaminas, metanfetaminas, LSD, etc… que se consideran peligrosas. Las leyes castigan la producción, posesión y uso de estas sustancias, e incluso en algunos países donde funciona una prohibición general, las drogas legales son únicamente aquellas que la ley señala como exentas de manera explícita. La prohibición de las llamadas drogas ilegales ha perdurado a través de los años, pero no con mucho éxito.
Fuente: Paula Bautista, www.elespectador.com
La oferta se diversifica, los hábitos de uso se modifican y las percepciones sociales frente al consumo evolucionan, pero las políticas oficiales continúan inscritas en el paradigma de prohibición de finales del siglo XIX. La mayoría de países alrededor del mundo continúan manejando el tema de las drogas ilegales a través de regulaciones que prohíben y criminalizan las actividades relacionadas tanto con la oferta como con la demanda de estas sustancias. Sin embargo, la cuestión es mucho más compleja de lo que era hace un siglo. Actualmente, por ejemplo, existe además de una gran diversidad de drogas ampliamente conocidas, una gama de sustancias llamadas drogas de síntesis, diseñadas precisamente para evadir las regulaciones. Este tipo de sustancia puede ser, para citar un caso, una versión sintética de una droga controlada como la heroína, que se produce con ciertas alteraciones para que no sea catalogada como ilegal.
Por otro lado, el tráfico de drogas es el negocio ilícito más lucrativo (con absoluta diferencia) del mundo. Entre los negocios ilegales ni el tráfico de órganos, la trata de personas, los medicamentos falsos, el contrabando de inmigrantes, el tráfico de armas, el comercio ilegal de arte, ni cualquier otro que usted pueda imaginar genera más ganancias que el narcotráfico. El último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) estima el valor de ventas anuales en $ 320 billones de dólares aproximadamente. Así que todo parece indicar que estamos lejos de erradicar las drogas ilícitas y sin embargo los gobiernos se empeñan en promover su eliminación.
De cualquier modo, lo preocupante no es que las leyes fallen, lo preocupante son las consecuencias que traen a los individuos, comunidades y países enteros. La diferencia entre el diseño de las políticas públicas y los resultados al implementarlas ha contribuido a la incrementación de los efectos negativos asociados al narcotráfico. Problemas como la violencia, sobrepoblación en las cárceles, violaciones de los derechos humanos, deterioro del medio ambiente, problemas de salud, entre otros, se ven agravados por la ineficiencia de las políticas públicas con respecto a las drogas ilegales.
En los últimos años, no obstante, se ha visto la emergencia de grupos e instituciones a favor de políticas de control de riesgos y reducción de daños. Estos, no necesariamente incentivan el consumo, pero reconocen el uso de drogas ilícitas como una práctica ampliamente extendida en las sociedades actuales. En consecuencia, dichos grupos buscan difundir información y contribuir al uso responsable para mitigar los posibles daños que ocasiona el uso de sustancias psicoactivas. En Colombia, por ejemplo, existen instituciones que ofrecen servicios de divulgación de información y análisis de sustancias. Este último consiste básicamente en realizar pruebas químicas a muestras que los consumidores proveen, para identificar la composición de las sustancias y sus respectivos efectos.
Ahora bien, vale la pena preguntarse sobre los beneficios que traen estos espacios de resistencia, o si es necesario cambiar el régimen dominante. Antes de la prohibición, por ejemplo, el gobierno británico inició las guerras del Opio, no para acabar el tráfico, sino para asegurarse de que era el principal beneficiado económicamente. Una estrategia tan radical como pretender legalizar el mercado es totalmente inviable, en parte por los acuerdos y organizaciones internacionales. Sin embargo, revisar las regulaciones en materia de drogas para que se ajusten más a la realidad no estaría de más, y en ese sentido es muy positivo que el gobierno colombiano haya presentado un nuevo plan de política antidroga recientemente.
La pregunta que queda es hasta qué punto la nueva política será efectiva o beneficiosa para el país, o si realmente la prohibición es un problema y debería replantearse lo de antidroga pues, en todo caso, del actual proceso de paz cabe esperarse cualquier cosa menos que el narcotráfico desaparezca.
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