Pastillas para dormir: ¿son una opción segura?
Fuente: www.clarin.com
De un lado, del otro. Un paseo al baño. Otro a la heladera a buscar agua o leche tibia. ¿Un libro? Quizás. Todo supervisado desde la mesita de luz por el reloj que en forma de agujas o números luminosos marca que el tiempo corre y uno sigue sin dormir. El insomnio se vuelve agotador, frustrante, cansador y atenta contra el bienestar de quien lo sufre. Las pastillas que ayudan a conciliar el sueño son una alternativa, pero advierten que pueden llegar a convertirse en un arma de doble filo si son consumidas sin la indicación y la supervisión de un médico.
El no poder conciliar o mantener el sueño por lo general no se trata de un síntoma aislado. Detrás del insomnio muchas veces hay alguna enfermedad o afección subyacente que contribuye al mal dormir, tales como dolor crónico, tos, problemas cardíacos, dificultad para respirar, problemas digestivos, reflujo ácido, problemas de la tiroides y trastornos del sueño, tales como apnea obstructiva del sueño u otros trastornos del movimiento de las piernas, explica Eric Olson, del Centro para Medicina del Sueño de la Clínica Mayo de Rochester (Minnesota), Estados Unidos, quien subraya la importancia de no autoprescribirse fármacos para dormir. El alcohol, la cafeína, los descongestionantes, los fármacos contra el asma y los analgésicos, también pueden contribuir al insomnio.
El especialista sostiene que es fundamental realizar una consulta con un médico que, tras un chequeo minucioso, evalúe e informe sobre ventajas y riesgos de recurrir a las pastillas. “Dormir bien es realmente importante, pero tomar un fármaco como ayuda para hacerlo puede provocar efectos secundarios, tales como mareo o aturdimiento y riesgo de dependencia. Además, las pastillas para dormir suprimen la respiración, lo que puede empeorar cualquier problema respiratorio, como apnea del sueño, aparte de posiblemente aumentar el riesgo de infección”.
Pero no son esos los únicos efectos adversos que pueden producir. De acuerdo al reciente artículo publicado en el boletín de la prestigiosa institución estadounidense, este tipo de drogas pueden provocar también dificultades a nivel del pensamiento y del movimiento corporal. “Una persona puede despertarse y continuar somnolienta o tener problemas con la memoria diurna y el rendimiento físico. Esos efectos secundarios quizás sean molestos, inquietantes o hasta peligrosos. El consumo de pastillas para dormir puede aumentar el riesgo de sufrir caídas y fracturas óseas, aparte de causar una lesión en la cabeza, sobre todo por la noche. A veces, hay también sonambulismo y alguien puede llegar hasta a conducir, ir de compras, comer o hacer llamadas telefónicas sin estar completamente despierto”.
La primera elección a la hora de recetar fármacos son los de nueva generación y corta acción que, si bien tienen eventos adversos, suelen ocurrir con menor frecuencia y gravedad que con las pastillas para dormir de generación anterior (en particular las benzodiazapinas). Se puede también considerar un fármaco de acción más larga, pero sobre todo en los ancianos, los efectos de tal vez duren mucho tiempo más. Una dosis baja de los antidepresivos que causan somnolencia puede ser una alternativa para quienes también sufren depresión, o como una segunda alternativa para los que no la tienen.
Desde la Clínica Mayo resaltan que “la opción de recurrir a pastillas para dormir es una decisión matizada que debe tomarse en estrecha cooperación con el médico”. Y recomiendan que los adultos mayores las usen lo mínimo posible, tal vez como una ayuda ocasional o de corto plazo durante unas semanas, mientras se buscan otras posibilidades para mejorar el sueño y son olvidar que es necesario contar con un seguimiento médico.
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