Otras perspectivas a los enfoques beligerantes

mayo 10, 2016
“No estoy proponiendo la legalización. Estoy proponiendo que cambiemos de enfoque, de prioridades. Porque llevamos más de 40 años en esta guerra contra las drogas y no la hemos ganado”.

Fuente: Ernesto López, sociólogo, especialista en temas de Defensa. Ex embajador en Guatemala. www.clarin.com

Las intervenciones de los presidentes Enrique Peña Nieto (México) y Juan Manuel Santos (Colombia) en la reciente Sesión Especial de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el Problema Mundial de las Drogas se hicieron sentir.

El primero afirmó que “la llamada guerra a las drogas no ha logrado inhibir la producción, el tráfico ni el consumo de drogas en el mundo”. Y pidió que se avanzara en “un nuevo entendimiento internacional”.

El segundo, por su parte, indicó: “No estoy proponiendo la legalización. Estoy proponiendo que cambiemos de enfoque, de prioridades. Porque llevamos más de 40 años en esta guerra contra las drogas y no la hemos ganado”.

Ambos mensajes son de una enorme significación porque sus respectivos países han sido y son los teatros principales en los que se libra esa guerra, de manera que son testimonios hipercalificados.

Y no son rayo en cielo sereno pues desde hace tiempo ya se viene discutiendo en el mundo la posibilidad de un cambio de orientación, motivado por la ausencia de resultados positivos de la alternativa “guerrera” y por los altos costos individuales, sociales, económicos y políticos que ha implicado.

Frente a la opción prohibicionista y punitivista, que persigue a los consumidores tanto como a los productores y a los traficantes; que ha cobijado el desarrollo de un mercado ilegal que precisamente por su ilegalidad es fuente de violencias diversas y corrupciones cada vez más amplias; y que ha virado a guerra desde hace muchos años ­obviamente lo señalado no agota la descripción­ se ha ido perfilando otro paradigma.

Sin conformar aún un corpus doctrinario sistemático, esta sostiene que la estrategia de guerra es inapropiada, que se debe dar especial importancia a las personas y reducir los factores que las tornan vulnerables; que la despenalización del consumo debe abrirse al debate y al examen de las experiencias concretas puestas en práctica en diversos países; que deben desarrollarse adecuadas políticas de salud, de educación, de empleo, de juventud y de derechos humanos; que una estrategia de reducción de daños es valiosa; y que no hay soluciones inmediatas sino que se debe desplegar iniciativas de mediano y largo plazo que coloquen a la gente como prioridad, entre otros temas importantes.

En Argentina, sería conveniente que, de abrirse camino un enfoque renovador, se operase, además, teniendo en cuenta las siguientes cuestiones: a) el marco legislativo actual es insuficiente, en particular pero no exclusivamente la Ley de Estupefacientes (ley 23.737/89) que no obstantes sus múltiples reformas conserva aún su basamento inicial prohibicionista y punitivo; b) el Estado debería intervenir sobre sí mismo para mejorarse: tendencialmente, las agencias federales, provinciales y municipales de control y de seguridad intervinientes en materia de drogas presentan bolsones de incompetencia y de corrupción que son incompatibles con la aplicación de cualquier tipo de política, incluso la prohibicionista.

Debería pasarse revista, asimismo, a las capacidades realmente existentes a nivel de salud, educación, etc., esenciales para la opción de reemplazo; c) la sociedad argentina está asediada por la anomia. Los comportamientos poco apegados a las normas son perceptibles en los más diversos planos de su interacción social.

Los marcos normativos y la moral tanto pública como privada constituyen la atmósfera ética que respira una sociedad y, por ende, su sistema político.

Ganarle terreno al accionar anómico y disminuir sus efectos deletéreos sería conveniente para una política antidroga pero obviamente también para mejorar las condiciones generales de nuestra vida social.

d) el “entendimiento internacional” que menciona Peña Nieto es indispensable. La cooperación internacional y la participación en entidades multilaterales deberían estar a la orden del día.

Todo indica que se ha echado a andar una nueva alternativa: bienvenida sea. Su desarrollo y su futuro dependerán, en buena parte, de que se los sirva con responsabilidad.

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1 Comentario. Dejar nuevo

Pienso que este tipo de drogas deberían manejarse como medicamentos , es decir: que el personal médico lo recete controladamente y que el gobierno e instituciones internacionales regulen su producción y distribución, que los consumidores sea tratados como pacientes y no como delincuentes. De esta manera ya no será atractivo ni rentable para los delincuentes, ni los políticos corruptos u otras instituciones del estado. El estado debería apropiarse de los cultivos existentes y de acuerdo a normativas ambientales administrarlos.

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