Los antidepresivos, ¿pueden deprimir?
Fuente: Norberto Abdala. www.clarin.com
PREGUNTA: Mi esposa tiene depresión y desde que toma los remedios está diferente. Aunque no tiene tanta angustia ni tristeza, está desinteresada de los chicos, de la casa, no tiene deseo sexual y dice que está aburrida de vivir. José Ramón Z., CABA.
Las depresiones –así, en plural– son una de las epidemias de este siglo con progresivo aumento entre personas sanas. En forma paralela aumenta el consumo de antidepresivos, ya no sólo indicados por médicos psiquiatras sino por otros médicos, sean clínicos, ginecólogos, gastroenterólogos, reumatólogos, etcétera.
Esto ha generado que se hayan instalado polémicas variadas respecto de su uso, muchas veces indiscriminado, y acerca de algunos de sus efectos secundarios.
Uno de los más paradójicos es la posibilidad de que éstos puedan incrementar la intensidad de la depresión.
Muchas veces se diagnostica como deprimida a una persona que simplemente está triste, angustiada o estresada. Obviamente, el uso de un antidepresivo en tales situaciones puede llevar a que sea verdadera la afirmación que “es peor el remedio que la enfermedad” ya que los antidepresivos sólo deben ser indicados en casos de depresiones graves (las que son leves o moderadas deben ser tratadas con psicoterapia).
La depresión no es un estado de tristeza sino una enfermedad dramática para quien la padece: sólo hace falta imaginar el grado de dolor mental que ha de tener una persona para encerrarse, autoflagelarse o intentar poner fin a su vida.
Dado que no existe un “termómetro” para medir la intensidad de una depresión es importante ponderar síntomas como la pérdida de interés en la vida, la falta de vitalidad, la dificultad para tomar decisiones, la imposibilidad para tolerar los problemas como antes, la pérdida de apetito y de peso, el sentir desasosiego, trastornos de sueño, un despertar muy angustioso por la mañana, dificultad para levantarse y no poder encarar la tarea habitual.
La presencia de estos síntomas hace necesario el uso de antidepresivos ya que son evidencia de una depresión severa.
Pero no todos los antidepresivos sirven para tratar una depresión, de igual manera que no cualquier antibiótico sirve para curar una infección. De ahí que resulte imprescindible la mirada y la escucha experta del psiquiatra y los estudios complementarios necesarios para un correcto diagnóstico.
Los antidepresivos –como todo medicamento– producen efectos secundarios que según diversas investigaciones se manifiestan en casi 7 de cada 10 pacientes que los reciben, quienes expresan cierto grado de “anestesia emocional”; no “sentirme como soy”; pérdida de la libido y de la potencia sexual e ideas suicidas.
Esto último es un tema controvertido ya que para algunos indica que es necesario aumentar la dosis del antidepresivo, para otros cambiar de grupo químico y para algunos la evidencia de que son drogas peligrosas.
En 2004, la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos emitió una advertencia sobre el riesgo de suicidio en niños y adolescentes en relación con el uso de algunos de los antidepresivos y en el 2006 la advertencia a los adultos jóvenes de entre 18 y 25 años.
La polémica está abierta ya que sin duda es necesario el uso de antidepresivos en depresiones que lo justifiquen, pero al mismo tiempo implica estar atentos a una administración cuidadosa y responsable.
Sin comentarios