CUANDO TRUMAN CAPOTE CULPÓ A ‘A SANGRE FRÍA’ DE TODAS SUS ADICCIONES

Fuente: lavanguardia.com.

El escritor, que tal día como hoy cumpliría 95 años, aseguró en sus memorias que el libro que le encumbró no le trajo más que desgracias.

Cuando el periodismo pasaba por uno de sus peores momentos, vino Truman Capote y lo cambió todo. Los diarios vendían cada vez menos y tenían pérdidas. Pero entonces, vino el reportero con una propuesta de lo más innovadora: novelar uno de los sucesos que traía de cabeza a los estadounidenses en ese momento. Nacía así A sangre fría y, a su vez, el nuevo periodismo.

Capote hizo un gran trabajo de campo para poder plasmar en sus páginas el brutal asesinato de una familia de la América profunda que sacudió la tranquila vida de Holcomb, Kansas. Un crimen aparentemente sin sentido que sugería que cualquiera podía morir asesinado cuando menos lo esperase. El escrito salió a la luz por entregas en 1964, en cuatro números consecutivos del The New Yorker.

Pero, ¿cómo se vio implicado Truman en todo esto? Al leer la noticia, quedó tan impactado que decidió abandonar Nueva York y viajar hasta Holcomb. Quería conocer todos los detalles de primera mano y saber cómo afectaba todo este revuelo al pueblo. Junto a su amiga Harper Lee, autora de Matar un ruiseñor, entrevistó tanto a la Policía como a los conocidos de los Clutter, incluso antes de que se supiera el nombre de los sospechosos, Dick Hickock y Perry Smith.

Para redactar la que esperaba que fuera su obra maestra, el escritor huyó tanto de Kansas como del jaleo de Nueva York, encontrando finalmente la paz que esperaba en la Costa Brava . Más concretamente en Palamós, donde pasó tres largos veranos.

Durante el largo periodo que duró su investigación jugó a hacer de la realidad una novela y de la empresa periodística un negocio rentable. Y le salió bien, al menos en el terreno profesional, pues su impecable trabajo le encumbró a tanto a la cima periodística como a la literaria. Pero en lo que a su vida privada respecta, sólo le trajo dolores de cabeza.

Según confesó tiempo después el propio autor a su biógrafo Gerald Clarke, más que fama, el libro le trajo la ruina. Capote culpaba A sangre fría de sus miserias y de sus adicciones, así como de no haberle permitido emprender el camino de una nueva publicación de largo aliento. “Nadie sabrá nunca lo que A sangre fría se llevó de mí. Creo que, en cierto modo acabó conmigo”, confesaba.

Una vez publicada la novela— de la que se vendieron 50,000 ejemplares semanales durante los primeros cuatro meses — llegaron las celebraciones. El estrés y el sobreesfuerzo que todo ese trabajo le había llevado le pillaron en un momento de debilidad pues, en esas mismas fiestas a las que estaba invitado, no tardó en sumirse en los excesos de las drogas y el alcohol.

Pero, la misma fama que al principio le convirtió en el personaje más mimado de la flor y nata neoyorkina, lo conduciría hasta el abismo de la soledad y, en consecuencia, a su muerte. Sobre su inesperado fallecimiento se ha escrito de todo. En un inicio se creía que se debía a una sobredosis de narcóticos, pues el escritor solía tomar grandes dosis de tranquilizantes que le habían llevado al hospital en más de una ocasión.

Finalmente, un portavoz de la oficina del forense de Los Ángeles aseguró que el escritor murió por causas naturales, a consecuencia de una dolencia hepática. Si bien su entorno todavía sigue pensando que fue problema de su adicción a los fármacos. Una lástima, pues todavía quedaba Capote para rato. Tal día como hoy hubiera cumplido 95 años.

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