MENOS RISAS CON LAS DROGAS

Fuente: www.canarias7.es.ISABEL IBÁÑEZ.

Sucedió en la última aparición de Quique San Francisco en ‘El
Hormiguero’, pero sucede siempre con Quique San Francisco.

El actor y cómico es una presencia apetecible que relanza la
audiencia de cualquier programa; es un interlocutor brillante
y divertido que atesora anécdotas insospechadas e incluso
absurdas con las que sorprender al espectador. Muchas de
ellas tienen que ver con las drogas que ha consumido (o
consume) a lo largo de su vida. En diciembre, volvía a visitar
el programa de Pablo Motos y esta vez la cosa iba de
refranes; él tenía el suyo: «A problema sin remedio, gramo y
medio». Antonio Resines quiso corregirle con un: «Te he
dicho que digas litro y medio», por su afición a las birras,
pero ya estaba dicho. En junio, San Francisco también pasó
por el plató, y Motos, bromeando sobre los regalos que
suele pedirle para hacer acto de presencia, en aquella
ocasión «un vapeador», le preguntó: «¿Lo querías para
fumar drogas?». Este espacio está clasificado como apto
para mayores de 7 años.
Con San Francisco, el programa parece hacer todo tipo de
concesiones, como dejarle beber cerveza aunque sea en
taza, porque el actor es magnífico anzuelo; su participación
en un concurso de lanzamiento de jarras de cerveza en
barra logró una audiencia de casi dos millones y medio de
espectadores; así las cosas, el espacio exprime una y otra
vez los ‘enganches’ del cómico, al que usan a su vez como
gancho para ganar televidentes. Pero hacer risas con las
adicciones no parece tan buena idea: «No es divertido que
una persona necesite literalmente un vaso de cerveza para
hacer una entrevista. No poder pasar sin beber alcohol
durante una hora de programa y presentar lo que es un
trastorno grave como una peculiaridad divertida es poco
responsable», explica Jon Mardaras, del centro de
rehabilitación de adicciones Crea (adiccionescrea.com).
«No hacemos chistes con el cáncer de alguien y no
deberíamos hacerlo con sus adicciones»
A su juicio, el enfoque que hacen algunos programas de
este tema es «lamentablemente, erróneo porque se queda
en la primera capa, en lo superficial. Lo correcto sería hablar
de la adicción con la naturalidad y el rigor con los que se
aborda cualquier otra enfermedad. Seguro que la opinión de
la mayoría empezaría a cambiar».
Sin embargo, podría objetarse que estamos pisando los
límites de la libertad de expresión:«Hay que respetarla
siempre, pero hablar libremente no significa hablar
correctamente. ¿Sería aceptable que se dijeran cosas

cigarro en plató y siguiera poniendo en riesgo su salud?
Igual que no haríamos chistes del cáncer ni de una persona
por padecerlo, tampoco cabe hacerlos con el adicto.
Precisamente, el consumo de sustancias o el juego en una
persona adicta nunca es una decisión libre. El adicto
consume por necesidad».
Libertad de expresión
Mardaras reconoce que no sabe de otro caso igual al de
San Francisco, «en el que sea conocida la supuesta
adicción y a pesar de eso se le sirva alcohol en plató y se
hagan risas de los desastres asociados al consumo». En el
mismo programa en el que Motos le preguntó si iba a fumar
drogas con el vapeador, le espetó lo siguiente: «Parece que
te han cagado dos veces y te han vuelto a vomitar».
El tema de la adicción a las drogas tiene complicado encaje
en el mundo del arte. Libros, películas, canciones… llevan
siglos abordando el asunto desde una perspectiva lúdica o
incluso desde la apología. ¿Cómo hacer? En lo que respecta
al feminismo, sí ha habido injerencias con canciones que
pueden inducir al maltrato o normalizan el machismo.
«Hago que la puta se empache», «ojalá te mueras, puta» o
«solo me quieres si te hago mal» son letras de C. Tangana
que sirvieron al Ayuntamiento de Bilbao para tomar la
decisión, muy cuestionada, de cancelar un concierto de sus
fiestas.
¿Acaso habría que prohibir a ‘El Hormiguero’ que siguiera
presentando la afición por las drogas de San Francisco
como algo gracioso? El experto opina: «Los que nos
dedicamos a tratar la adicción no somos censores, ni
mucho menos. Si hubiese que eliminar las referencias a las
drogas de libros, películas, canciones y series, habría
mucho que quitar y no es el caso. Esa realidad, la existencia
de drogas y su relación con el mundo del rock o del cine no
esconde otra realidad más contundente, y es que la persona
con adicción es alguien con una enfermedad grave que
necesita ayuda, no que se le dé cuerda al personaje».

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