LOS FALSOS MITOS SOBRE EL CONSUMO DE ALCOHOL
Fuente: www.sport.es.
Los falsos mitos sobre el consumo de alcohol: ni
destruye el coronavirus, ni favorece las relaciones sexuales
El alcohol es la sustancia psicoactiva, droga, más consumida en España y con menor percepción de riesgo. Y es que
probablemente muchos desconocíamos que en nuestro país mueren anualmente unas 15.000 personas a causa del
consumo de alcohol.
Las bebidas alcohólicas contribuyen al desarrollo de más de 200 problemas de salud y
lesiones, incluidas las enfermedades cardiovasculares, hepáticas, neuropsiquiátricas y ciertos
tipos de cáncer.
A pesar de este dato, en el año 2017, el 91% de la población de entre 15 y 64 años declaraba
haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en la vida y el 63% en los últimos 30 días.
Y es que la única manera de evitar las consecuencias derivadas del consumo de esta sustancia
es, simplemente, no consumirla.
El problema es que, con el fin de justificar su consumo, son muchos los mitos que han
surgido entorno a estas sustancias y que siempre es conveniente desmentir.
En primer lugar, es que da igual la cantidad que tomes porque no existe un nivel de consumo
que sea seguro para la salud.
Pero el mismo texto advierte de que cualquier consumo por mínimo que sea implica riesgo. A
mayor consumo, mayor riesgo. Lo mejor, no beber alcohol.
Otra de las falsas creencias respecto al alcohol es que es mejor consumir cerveza o vino que
otras bebidas alcohólicas. Pues bien, un estudio español publicado este mes de noviembre
señala que no existen evidencias científicas de que ‘recomendar’ una u otra bebida
alcohólica pueda relacionarse con un menor riesgo o posibles beneficios para la salud.
Tal y como explica Iñaki Galán, investigador del Centro Nacional de Epidemiología del
Instituto de Salud Carlos III, hay cierta tendencia social a creer que algunos tipos de bebidas
alcohólicas podrían aportar, dentro de los comprobados efectos negativos globales que tiene
el consumo de alcohol, algún efecto beneficioso (por ejemplo, en ocasiones se citan los
polifenoles del vino)Pues bien, la investigación insiste en que no hay consumo positivo de alcohol para la
salud y confirma que tomar una u otra bebida alcohólica no influye en las posibles
consecuencias para la salud o en el riesgo de enfermedad o muerte. El alcohol de las bebidas
alcohólicas «siempre es etanol», ya sea cerveza, vino, copas… y al ser la misma molécula,
los efectos en los organismos son iguales.
Otro de los mitos es que beber una copa relaja y alivia el estrés. Nada más lejos de la
realidad. Aunque en un primer momento podamos experimentar placer, a la larga el consumo
de alcohol elevará nuestros niveles de estrés y ansiedad.
Tomar cerveza, vino o cualquier otro tipo de bebida espirituosa no va a mejorar la calidad
de las relaciones sexuales. Más bien al contrario, ya que el alcohol, al igual que otras
drogas, aunque nos desinhiban en un primer momento acabarán interfiriendo en nuestra
capacidad sexual provocando que la relación sexual no sea plena.
Y no, el alcohol no es un alimento. De hecho, su ingesta no sólo no alimenta, sino que
aumenta la producción de grasa.
A estas falsas creencias tan oídas y desmentidas en muchas ocasiones, durante la pandemia
del coronavirus han aparecido algunas nuevas relacionadas con la Covid-19 y que los
expertos también han demostrado científicamente que son falsas. Por ejemplo, circula en ocasiones el bulo de que el consumo de bebidas alcohólicas destruye el SARS-Cov-2. Y nada más lejos de la realidad, ya que, además de no tener
ninguna capacidad de destrucción, aumenta los riesgos para la salud en caso de contraer el
virus.
Tampoco es cierto que las bebidas alcohólicas de alta graduación maten el virus en al aire
inhalado, ni desinfectará la boca ni la garganta. Insistimos, el consumo de alcohol no nos
protege, en ningún caso, de la Covid-19.
Ni de este nuevo virus, ni de ninguno, ya que también es falsa la creencia de que beber
cerveza, vino o licores estimulan la inmunidad.
Es más, las células de defensa de nuestro organismo se ven dañadas por el consumo
excesivo de alcohol, lo que debilita nuestro sistema inmunológico y nos hace más
vulnerables a las enfermedades.
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