Inclusión de la perspectiva de género en la prevención de adicciones
El Plan Nacional sobre Drogas y la FEMP lanzan un protocolo de inclusión de la perspectiva de género en la prevención de adicciones
Fuente: @DiarioSigloXXI
La Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, en colaboración con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), ha lanzado un protocolo de inclusión de la perspectiva de género en los programas de prevención de adicciones.
El documento, financiado por la FEMP, busca constituirse en “referencia” y facilitar la tarea de quienes se dedican a la prevención en adicciones de forma profesional, pero “especialmente” en el ámbito de los municipios, según recoge el propio texto, cuyo desarrollo se basa en la ‘Guía para la incorporación de la perspectiva de género en los programas de prevención de conductas adictivas’ de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción.
El protocolo ofrece elementos técnico-prácticos para realizar un análisis de género e introducir la perspectiva de género en los proyectos de intervención para la prevención de las adicciones y su objetivo, así como el de la herramienta práctica que se deriva de él, es incluir la perspectiva de género de forma “transversal” en las intervenciones de prevención para contribuir a la eliminación de la discriminación hacia las mujeres.
Por otra parte, también busca promover la investigación con perspectiva de género en el campo de la prevención de las adicciones tanto para aportar nuevos datos epidemiológicos, como marcos teóricos que tengan en cuenta, por ejemplo, las diferencias en el desarrollo de niñas y niños, y programas de prevención de calidad y con evidencia de efectividad tanto para mujeres como para hombres.
El protocolo se ha creado “teniendo en mente” a todas las partes involucradas en el diseño, gestión, implementación, monitorización, evaluación, difusión y mejora de estos proyectos.
ESTRUCTURA Y CONTENIDOS
La herramienta que se ofrece en este protocolo ha seguido el esquema práctico de las fases del proyecto elaborado en los Estándares Europeos de Calidad en Prevención de Drogas (EDPQS) y, según el protocolo, al hacer uso de un esquema que ya conocen y usan una gran parte de quienes trabajan en prevención, se ha buscado «favorecer no solo su comprensión sino hacer que su utilización sea sencilla y accesible”.
Sugiere una secuencia de acciones, aunque en la práctica algunas etapas pueden completarse en un orden o formato diferente, y no todas las etapas pueden resultar “relevantes” para todos los tipos de actividades de prevención o proyectos que se realicen, por lo que sus promotores solicitan a quienes utilicen esta herramienta que la adapten a la necesidad que demande su actividad profesional.
Así, la herramienta que se ofrece en este protocolo es una “referencia” para facilitar la inclusión de la perspectiva de género en proyectos de prevención de las adicciones y el protocolo insta a integrar en el equipo de trabajo a perfiles “sensibles al género o bien que esto sea un requisito a la hora de reclutar y seleccionar al personal de la organización” y pide que estén formados para garantizar que su intervención se imparta “con calidad y perspectiva de género”.
Atendiendo a las necesidades del proyecto, el protocolo emplaza a contactar con las partes interesadas “más relevantes” de cara a su desarrollo e “implicar” tanto a la población objetivo, como a organizaciones y colectivos de mujeres o grupos de formación en nuevas masculinidades para poder contar con su “apoyo y colaboración” y desarrollar una estrategia conjunta.
La intervención debe respetar los derechos y la autonomía de la población destinataria, no resultar “dañina” para ella y contar con su consentimiento y, además, asegurar la confidencialidad será “vital” en el caso de las intervenciones con mujeres presas, mujeres en situación legal irregular, víctimas de violencia de género, mujeres que se dediquen a la prostitución y otros colectivos de “especial vulnerabilidad o situación de riesgo”, según el documento.
Junto a ello, los protocolos éticos para proteger los derechos de la población destinataria deberán contar con elementos diferenciadores entre hombres, mujeres y población no binaria para valorar los posibles riesgos y tomar medidas “adecuadas a cada colectivo y sexo”.
FASES
En cuanto a las fases del proyecto para la inclusión de la perspectiva de género en este tipo de intervenciones, estas incluyen una fase de evaluación de necesidades que se pretenden cubrir a través de la intervención, con una visión “objetiva e interseccional” y conociendo, entre otros aspectos, los factores de riesgo y de protección de las personas participantes dentro del contexto en el que viven.
A continuación, se desarrollará la fase de evaluación de los recursos a movilizar para hacer posible la consecución de los objetivos de los proyectos de intervención y, a partir de ella, la de formulación del programa, en la que se definen el marco teórico, las actividades y la evaluación a realizar.
Por su parte, la fase de diseño de la intervención también debe contar con una perspectiva de género que contribuya a diseñar unas actividades que “incluyan” a las mujeres, y permita “diseñar con calidad y efectividad también para las mujeres”.
Junto a ello se desarrollarán el resto de fases que, entre otros aspectos, se refieren a la gestión y movilización de recursos para articular el desarrollo de las actividades previstas, al igual que las responsabilidades de la plantilla involucrada; implementación y monitorización del proyecto con el fin de conocer si las actividades realmente están ajustadas a la población objetivo y si las mujeres tienen el acceso y los beneficios esperados o evaluación final para introducir mejoras y cambios de cara a favorecer la igualdad y mejorar el bienestar de la población diana.
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