MUY IMPORTANTE: Cualquier persona que tenga cualquier tipo de duda sobre drogas y adicciones, o sobre el mismo MÁSTER DE FORMACIÓN PERMANENTE EN PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS CONDUCTAS ADICTIVAS, puede dirigirse a [email protected]. El Director responderá gratuitamente y por supuesto en privado a cada una de ellas.

La publicidad de drogas y adicciones (II)

“¿Cómo se lleva a cabo la publicidad de industrias prohibidas, tales como las drogas ilegalizadas y las adicciones ocultadas? Existe toda una “estrategia que medios”, que dirían los publicitarios, para conseguirlo. Hoy analizaremos dos de ellos”, comenta F. Verdú, Director del MÁSTER DE FORMACIÓN PERMANENTE EN PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO DE LAS CONDUCTAS ADICTIVAS.

Una de las herramientas más eficaces la constituyen ‘los generadores de opinión’. Se trata de personas, habitualmente de la televisión, el cine o la música destinada a jóvenes, que tienen total credibilidad para estos; los adolescentes les imitan siempre. Hace muy pocos años, el entrenador de uno de los equipos de fútbol más famosos del mundo, padecía un cáncer de cuello, por lo que incluso en pleno verano utilizaba siempre un pañuelo a modo de bufanda. Ese verano, millones de jóvenes españoles “iban a la moda” llevando en pleno agosto a mediodía un pañuelo en el cuello. No era por solidaridad (seguramente casi ninguno advirtió de dónde venía ‘la moda’), sino porque ‘estar a la última’ es algo en lo que parece irles la vida. Recordemos que en el país más poderoso del mundo hay chicos que matan a otros para robarles sus deportivos “de marca”. La capacidad y necesidad imitadora de la mayoría de seres humanos es tal que uno podría preguntarse si nuestros antepasados no son los homínidos sino los borregos.

Cualquiera puede hacer esta sencilla prueba: se trata simplemente de contar las veces que los protagonistas de las películas y series americanas de los últimos cinco años recurren innecesariamente a bebidas alcohólicas. ¿Qué conclusión se extrae de esto? “Beber es lo normal”; no hacerlo es de raros, de frikis.

Otra prueba fácil de realizar es señalar el número de veces que, en horas de prime-time en televisión, showmen (casi siempre son hombres) y presentadores-estrella hacen alusiones jocosas a “la fiesta” como una ingesta desmesurada de alcohol; si en lugar de fiesta es fiestón, es porque también se “disfruta” de cocaína y de cualquier droga de moda. Bebidas alcohólicas patrocinan retransmisiones deportivas, y grandes figuras del deporte aparecen habitualmente en spots haciendo lo mismo. El ‘botellón’ es resultado de esto: ¿cómo se lo pasa uno mejor? Emborrachándose como una cuba. Si además ingiere un cóctel de otras drogas, no solo “se lo pasa bien”, sino que se convierte en modelo y referente del grupo.

Por supuesto que nadie se lo pasa bien haciendo estas cosas. Pero obedece a sus ídolos, sigue la moda, se siente seguro. Es un ganador, no un loser.

¿Qué credibilidad puede tener en este contexto un especialista o un policía que acuda a un centro escolar a advertir de los riesgos de las drogas y de las adicciones? Absolutamente ninguna. “Quien se atreva a hablar en contra de mi ídolo es simplemente idiota”. Los ídolos, por principio, son perfectos.

Por supuesto que antes o después estos jóvenes son víctimas o testigos de comas etílicos, de gravísimos deterioros de su salud, del insoportable tormento de adicciones que no creían posibles… ¿Qué sucede entonces? Seguramente nada, o al menos nada del todo “malo”. Más bien al contrario: “Ahora soy como tantísimos famosos que han tenido o tienen problemas con las drogas; ahora sí que soy como mis ídolos. ¿Puedo morir? No importa; así murieron, entre otros muchos, Amy Winehouse, Cory Monteith, Whitney Houston, Heath Ledger, Philip Seymour Hoffman, Brad Renfro, Anna Nicole Smith, Jim Morrison, Marilyn Monroe, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Truman Capote, Enrique Urquijo, Antonio Flores, River Phoenix, Elvis Presley, etc. ¡Yo soy uno de ellos!”. ¿Qué más puede pedirse? Y si la lista fuese de famosos muertos por abuso de drogas legalizadas, necesitaríamos varias enciclopedias.

No se dan cuenta de que sus convicciones delimitan a la perfección las dimensiones del problema al que nos estamos enfrentando. Ya podemos dar por seguro que la próxima generación estará intelectualmente menos dotada, debido al abuso tan extendido en la actualidad del cánnabis: ¿cuántos miles de sus neuronas habrán matado al llegar a los veinte años? ¿Y a los treinta?

Hacen falta muchísimos profesionales preparados para abordar esta pandemia.

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