El porro y el cerebro adolescente

Fuente: laprovincia.es. Elizabeth López Caballero.

Un veinte por ciento de los adolescentes consume cannabis sin ser –o sin querer ser– consciente de cómo les repercute en el cerebro, no solo porque puedan llegar a desarrollar trastornos mentales, sino porque el impacto en las capacidades cognitivas es irreversible.
El consumo de hachís en la adolescencia impacta en el aprendizaje y en la memoria a medio y a corto plazo. Un estudio publicado en el año 2019 en The Journal of Neuroscience reveló que el consumo de uno o dos porros al día son suficientes para que el cerebro sufra alteraciones. Otros estudios realizados en Estados Unidos y Nueva Zelanda, se centraron en analizar la evolución de consumidores de hachís desde la adolescencia hasta la edad adulta, arrojando en los resultados que el consumo reduce hasta ocho puntos el cociente intelectual (CI). La planta cannabis contiene ciento cuarenta y cuatro compuestos diferentes y más de mil cien componentes de otros tipos. Los más abundantes son: tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD).


Cuando se consume hachís el THC (máximo enemigo del cerebro) se une a los receptores
cannabinoides que tenemos de forma natural y que están implicados en las zonas de la memoria y del aprendizaje, por tanto, el cannabis exógeno interactúa con los cannabinoides endógenos y modifica la sinapsis neuronal, es decir, te va friendo el cerebro poco a poco. El cerebro del adolescente se está formando, durante este tiempo se suceden una serie de cambios neurológicos, cognitivos y socioemocionales, además de una maduración física y sexual. Por eso, las consecuencias del consumo de cannabis son más peligrosas que en edades adultas, ya que el cerebro está en plena ebullición y esta droga provoca una sobreestimulación de THC, generando un empobrecimiento en el desarrollo cognitivo. Los que me conocen saben que soy una apasionada del cerebro, ya que para entendernos es necesario entenderlo. Y he descubierto que a los adolescentes con los que trabajo les interesa que les explique qué sucede en la «caja mágica», como me gusta
llamarla, porque se dan cuenta de que lo que les ocurre tiene una explicación científica y que hay muchos aspectos conductuales y emocionales en los que pueden intervenir. Sí, al cerebro se le puede manipular. Por suerte, no solo contamos con el cerebro reptiliano (supervivencia) o el límbico (emocional), sino con el neocórtex, que controla, entre otras cosas, la memoria, la concentración, la autorreflexión, la resolución de problemas y, muy importante, la habilidad de escoger el comportamiento adecuado. Sin embargo, a veces no es suficiente explicarles que el consumo de porros, que por desgracia va en aumento, les está deteriorando la «caja mágica» y les puede conducir a adicciones mayores, debido a que el cerebro termina por adaptarse a las sensaciones que le provoca el porro. La marihuana tiene varios efectos sobre la dopamina. Al principio, el THC aumenta los niveles de esta hormona de la felicidad, pero la cosa cambia cuando el consumo es crónico.
Fumar mucho, con mucha frecuencia, puede debilitar el sistema dopaminérgico y buscarán esta estimulación con otro tipo de drogas. En resumen, debemos dejar de normalizar, como observo que sucede, el consumo del cigarrito de la risa, porque a la larga, serán más las lágrimas que las carcajadas.

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