LAS ADICCIONES MÁS EXTREMAS
Fuente: www.codigonuevo.com.
Comer cenizas humanas o kilos de pelo: las adicciones más extremas contadas por los adictos
Es posible que una persona sea adicta a cualquier cosa, no hace falta que se trate de una droga, puede ser lo más extraño que te imagines
Todos tenemos nuestros gustos y aficiones y, casi siempre, conforman nuestra personalidad. Deportes, colecciones, series, libros, cocina… hay una infinidad de temas o vías por las que construir o alzar el interés personal. Pero si una afición supera los límites de lo racional podría convertirse en una adicción. Llegar a un extremo radical nunca es bueno. Una adicción puede transformarse en obsesión y llegar a ser perjudicial, incluso, para la salud. Hay adicciones extrañas, adicciones sorprendentes y adicciones que no parecen ser reales. Algunos usuarios de Reddit han confesado las addicciones más raras que tienen o han tenido y aquí hemos seleccionado las más extrañas.
Piel blandita
Soy adicta a morder el interior de mis mejillas. Ya me he dado cuenta de que probablemente no sea saludable pero por algún motivo no puedo parar, es una piel tan blandita que no soy capaz de dejar de morderla, lo hago todo el tiempo esté donde esté. Incluso cuando dejo de hacerlo durante una semana y el interior de mi boca vuelve a la normalidad, vuelvo a morder. Me he hecho serias heridas pero no soy capaz de dejarlo. He aprendido a soportar el dolor y ya me gusta.
Síndrome de la polilla
Mi adicción es por las bombillas de luz LED. Cuando salieron por primera vez, hice un pedido en eBay a China y luego seguí comprando más y más. Diferentes variedades, diferentes vatios y diferentes temperaturas de color. No puedo pasar cerca de una tienda de iluminación porque entraría a comprar más luces. Lo mejor es cuando llego a casa y enciendo todo a la vez. Me deslumbra y es placentero.
Chupan la sangre
Puede ser que esto sea asqueroso, pero me gusta quitarle las pulgas y las garrapatas a mis perros y hacerlas estallar. Me gusta hacerlo cada día durante varias horas. Si no consigo ninguna empiezo a buscar piojos en las cabezas de mis hijos. Así hasta que consiga muchas y pueda explotarlas con mis uñas.
Uñas, cómo no
Puede ser una adicción usual pero lo mío es exagerado. Soy adicta a comerme las uñas y toda la piel alrededor de ellas. Muchas veces las corto y luego me las como pero prefiero hacerlo directamente con mis dientes. Cuando muerdo la piel de la cutícula siempre me sangra pero ya no me duele. Lo estoy haciendo a cada rato y siempre sigo aunque no haya dónde morder. Si en las manos no me queda piel o uña, sigo con los pies.
Placer inusual
Soy completamente adicto a masturbarme contra el suelo. No consigo llegar al orgasmo si no lo hago de esta manera. No me importa si está sucio o cuál sea su temperatura. Es lo más placentero que he probado en mi vida.
Dolor y placer
Se que mi adicción es extraña pero a mí me encanta. Soy adicto a clavar alfileres en la piel de mis testículos. Cualquiera que lo piense puede imaginar dolor pero cuando superas esa barrera solo hay placer. Empezó como un intento de mitigar mi producción de testosterona porque buscaba feminizarme a mí mismo, pero después de las primeras veces no pareció hacer efecto y ya no pude parar. Lo hago varias veces a la semana como gratificación sexual. Es casi completamente indoloro. Siempre me desinfecto la piel y el propio alfiler que voy a utilizar. Siento un ligero dolor al principio por la presión de tratar de penetrar en el testículo y un leve dolor al retirar el alfiler.
Dientes de colores
Empecé desde pequeña a masticar ceras de colores. Fue un hábito que seguí desarrollando durante toda mi vida y que sigo haciendo en la actualidad. No las como pero sí las muerdo. Soy adicta a su textura y a su sabor tan particular.
Humanos desintegrados
Muchas personas se sorprenden con mi adicción pero para mí es algo normal. Cuando falleció mi marido, hice lo que él deseaba: cremar su cuerpo y conservar sus cenizas. Una noche, lo echaba tanto de menos, que abrí el bote y toqué las cenizas. Algunos restos quedaron en mis dedos y los metí en mi boca. Así nació mi adicción por comer cenizas humanas. Los médicos me han dicho que es una sustancia nociva pero es muy complicado parar. He consumido alrededor de medio kilo de cenizas. Conseguirlas es lo más complicado de la adicción.
Melenas
Cuando era más pequeña solía chuparme el pelo, es algo que le suele pasar a varias chicas. Poco a poco me lo fui comiendo, casi de forma natural, sin darme cuenta. Se convirtió en algo habitual hasta que un día comenzó a dolerme la barriga de forma punzante. Tuve que ir a urgencias y descubrieron que tenía una bola de pelo de más de 500 gramos en el estómago. Me tuvieron que operar de urgencias y nunca más volví a caer en eso por el miedo que me dio.
Metal dentro
Era por el sabor a metal y por su textura por lo cual era adicto a comer tornillos, clavos, monedas, botones u horquillas. Sobre todo me gustaba cuando estaban fríos. Tuve que parar porque me operaban a cada rato para extraérmelos y no podía expulsarlos al defecar. En algún momento me hice daño interno y pasé muchas semanas en cuidados intensivos. Estuve en riesgo de morir. Aunque dejé de hacerlo no puedo estar cerca de este tipo de materiales porque siento el deseo de comerlos.
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