LAS ADICCIONES, UNA CUESTIÓN DE SALUD EN EL ÁMBITO LABORAL ​

diciembre 02, 2017
​Joaquín Descals, director médico de Triora
Fuente: www.rrhhdigital.com

Las adicciones en el ámbito laboral suponen un problema importante para las empresas, ya que no solo inciden de forma negativa en el rendimiento, sino que también pueden afectar a las relaciones entre los compañeros y a los objetivos de la organización.

Algunas de las consecuencias más visibles de este problema son el absentismo, la disminución de la productividad, el mal clima en el trabajo o el incremento de las bajas por enfermedad y de la siniestralidad laboral. Sin olvidar la incidencia en la trayectoria profesional de los adictos, profesionales que, en muchos de los casos, juegan un papel importante dentro de la compañía y están cualificados para la toma de decisiones importantes que repercuten en la imagen de la empresa.

A la hora de abordar la adicción de un empleado, aún algunas empresas en España no lo plantean como un problema de salud, pese a que las adicciones son ya consideradas una enfermedad de salud mental según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero ¿cómo deben tratar las empresas las adicciones? Esta condición debe tratarse como cualquier otra cuestión de salud dentro del ámbito laboral, sin discriminación alguna. En este sentido, las empresas tienen mucho que aportar al problema de las adicciones, más allá de lo marcado legalmente, integrando voluntariamente políticas de actuación y prevención.

Los mecanismos de identificación del consumo de sustancias en la empresa son variados y la mayoría fácilmente observables: el incremento de incidentes y despistes, el alargamiento excesivo de los periodos de descanso, la ingesta de alcohol en las comidas o incluso sufrir efectos físicos, como una mayor sudoración o escalofríos. Es importante que los compañeros, sobre todo los mandos intermedios, tengan en cuenta todos estos factores para detectar el problema y no encubrirlos, convirtiéndolo en un tema tabú.

Pese a todo, es habitual que muchas empresas no actúen hasta que la adicción haya alcanzado niveles alarmantes. Entonces la cuestión que deben plantearse en este punto es qué clase de actuación se va a llevar a cabo. La empresa tiene potestad para sancionar a los trabajadores que mantengan en el trabajo una conducta poco profesional, como podría suceder a consecuencia de una adicción. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las adicciones son y deben ser tratadas como una enfermedad crónica de salud mental. En consecuencia, en lugar de resolver el problema por la vía del despido u otras sanciones disciplinarias, como se puede pensar en algunas empresas, es preferible remitir al trabajador a los servicios de asesoramiento, para manejar de la forma más adecuada su enfermedad y poner en marcha un tratamiento de cara a su rehabilitación a largo plazo. De este modo, se estará aplicando una solución duradera y mucho más beneficiosa para ambas partes. En el caso de la empresa puede mantener a un trabajador en el que ha estado invirtiendo sus recursos, mientras que el trabajador evita una solución traumática que podría empeorar su situación.

En estos casos, es necesario contar con la colaboración activa del empleado en cuestión, algo que no siempre ocurre, y por ello es necesario facilitarla al máximo, de modo que el trabajador pueda expresarse con la empresa sin temor por su puesto de trabajo o por la pérdida de confidencialidad. Si el trabajador no colabora con el tratamiento, entonces procedería que la empresa adopte las medidas disciplinarias que considere necesarias.

Algunas organizaciones que ya disponen de programas específicos que incluyen medidas y protocolos de actuación, desde la identificación del problema hasta la rehabilitación y posterior reincorporación, consiguen abordar el problema de forma más estructurada. Normalmente, el proceso pasa por distintas fases: la detección de los casos de adicción, evaluación de las demandas de actuación, información y asesoramiento, oferta de tratamiento y posterior derivación a un centro especializado y reinserción laboral, una vez el adicto ha sido dado de alta.

La solución a un caso de adicción no se consigue mediante la aplicación de medidas disciplinarias sino mediante acciones de sensibilización. En este sentido, la consideración de las adicciones como una enfermedad crónica de salud mental es clave. De manera que una adicción deje de ser tratado como un tema tabú y empiece a ser una considerada una enfermedad más de la que buscar un tratamiento adecuado con el que trabajador y empresa se sientan cómodos.

Prevenir para evitar intervenir

A la hora de establecer un programa de actuación, la prevención es un elemento clave para tratar de evitar los posibles problemas que el adicto pueda causar y no estigmatizar esta enfermedad, sin que, a su vez, ello afecte negativamente al resto de empleados. La identificación precoz del problema y la motivación para su tratamiento debe ser un elemento fundamental previo a la detección y a la intervención, y para ello es necesario incluir en la empresa planes de formación e información en el campo de las conductas adictivas y sus efectos adversos en el trabajo. Estas formaciones deben realizarse fuera del ámbito laboral, preferiblemente acciones multiempresa, de forma que no se identifique la pertenencia del trabajador y este mantenga la sensación de confidencialidad.

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