«LO DIFÍCIL ES DARSE CUENTA DE QUE QUIERES DEJAR DE BEBER Y NO PUEDES»
Fuente: www.levante-emv.com. Diego Aitor San José.
El alcohol produce al año la muerte de más de 20.000 personas en España.
«Mi vida era una huida hacia adelante constante, sentía que no encajaba en
ningún sitio y me iba a dormir todas las noches totalmente borracha». Así
comienza el testimonio de J., una mujer que supera el medio siglo de edad y lleva
más de dos décadas sin beber. «Yo no era una bebedora social, era solitaria, sentía
un vacío existencial y mi anestesia era el whisky, hasta que la anestesia se convirtió
en una dependencia absoluta», cuenta por teléfono.
En el Día Sin Alcohol, una jornada que pretende concienciar acerca
de un problema de salud, en muchas ocasiones silencioso, que afecta a millones de
personas en el mundo. De hecho, según señala la Sociedad Científica Española de
Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías
(Socidrogalcohol), en España se producen al año más de 20.000 muertes
relacionadas con el consumo excesivo de alcohol. Las Unidades de Conductas
Adictivas de la Comunitat Valenciana atendieron en 2019 a más de 10.000 personas
con problemas de salud con esta sustancia.
La catarsis de J. llegó entre la frase de Ben Sanderson, el protagonista de Leaving Las
Vegas de «no sé si mi mujer me dejó porque bebía o bebo porque mi mujer me dejó»
y la modificación de la del coronel Aureliano Buendía de Cien años de soledad de
«uno no muere cuando quiere (la frase original dice debe) sino cuando puede». J.
asegura que se encerró un n de semana a beber casi para matarse. «Por suerte»,
añade ella, sobrevivió. Tres días después entró en Alcohólicos Anónimos.
«Lo difícil es darse cuenta de que quieres dejar de beber y no puedes, esta es la
enfermedad del autoengaño y creemos que podemos dejarlo, pero no», explica.
«Durante el primer año tenía ganas de beber todos los días». Pero resistió. Una vez
tuvo que llamar a alguien del grupo porque se creía que iba a recaer. Resistió y sigue
resistiendo. Cuenta que ahora hay más mujeres, pero que mayoritariamente siguen
siendo hombres. La pandemia ha obligado a que los encuentros sean telemáticos y
a ir reduciendo el número de contactos presenciales según ha ido avanzando la
segunda ola, «pero seguimos en contacto».
«No podía parar»
«El contacto visual, vibrar en persona con las situaciones y las experiencias de los
demás, eso no tiene comparación». Quien habla es V. de 71 años, también de
Alcohólicos Anónimos. Lleva varios años sin probar la bebida que tuvo que dejar
porque, según expresa, «me lo estaba jugando todo: mi familia, mi trabajo, mis
amigos, todo». «Todas las noches me proponía no beber, pero al día siguiente volvía
a caer, creía que era imposible salir de ahí», recuerda.
Llegó a creer que era incapaz de dejar de beber hasta que su mujer le encontró un
anuncio de Alcohólicos Anónimos en el periódico. «Fui sin mucha esperanza, pero
al tercer día, después de mucho tiempo lleno de pesimismo sentí serenidad y me
gustó y desde entonces no he vuelto a beber». Él sigue colaborando, ayudando a
quien llega. «Hay mucha gente muy diferente, nuestro cometido es reunirnos con
quien venga e intentar ayudarle», indica.
M., otro miembro de Alcohólicos Anónimos, asegura que una cosa es darse cuenta
que se tiene un problema, otra admitir que eres alcohólico y, por último, decidir
ponerle remedio. «Tuve que admitir que era alcohólico cuando me pedía un
gintonic, y luego otro, y otro y no podía parar», señala. «De joven crees que eres
inmortal y que puedes con todo, pero al hacerte mayor te das cuenta del daño que
se hace y te haces», asegura. Ahora, tras años sin beber, su función es la de contar su
experiencia, escuchar la de otros e intentar apartar el alcohol de aquellas personas
que piden ayuda.
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