PREVENCIÓN. NIÑOS, JÓVENES E INTERNET
Según un estudio recientemente realizado en un centro de salud de Melbourne, Australia, una tercera parte de los niños que cursan estudios de preescolar y dos terceras partes de los que estudian primaria, disponen de teléfonos inteligentes o tablets.
Fuente: ALFREDO YUNCOZA. www.eluniversal.com
Es innegable que la disponibilidad de equipos que facilitan el acceso al internet y redes sociales, constituyen valiosas herramientas que facilitan el aprendizaje y amplían los conocimientos. Pero, por otra parte, no debe olvidarse que la seguridad de un grupo familiar es tan fuerte como el más débil de sus eslabones. En este caso, los niños y jóvenes pasan a ser ese anillo que los criminales buscan identificar y atacar.
En Venezuela, aunque no hay fácil acceso a cifras actualizadas sobre los hábitos de los menores de edad, es notorio el tiempo que pasan contactados al internet, bien sea interactuando con terceros o participando en video juegos. Esa conducta se ha visto reforzada ante el incremento de la conflictividad e inseguridad ciudadana, que minimiza las posibilidades de esparcimiento fuera del hogar.
Lo que sí podemos afirmar, es que nuestros niños y jóvenes no son una excepción a lo que vienen a ser las tendencias regionales y globales de sus pares, los modos en los que son víctimas y lo que hacen o dejan de hacer sus padres o representantes.
El estudio australiano arrojó que un 50% de los menores utilizaban los equipos sin ningún tipo de supervisión, cifra que coincide con un estudio realizado en el 2014 por el Ministerio del Interior de España. Esta última investigación también arrojó luces sobre el acceso a páginas con contenidos negativos tales como las que alientan el uso de drogas, promueven la bulimia o el suicidio. El 90% de los padres no tenían ninguna información sobre los hábitos de los menores.
Así mismo, se ha determinado que un tercio de los contactos que tienen los niños por páginas web, comunidades o redes sociales son con desconocidos. Apenas un 54% de los representantes hablan y alertan a sus hijos de los peligros a las amenazas a las que están expuestos.
En oportunidades, los adultos ven en Internet una opción que promueven entre los jóvenes “para no mantenerlos ociosos”, lo que reconocen un 85% de los encuestados. Lamentablemente lo están logrando, ya que un adolescente puede pasar en promedio hasta 44 horas semanales “conectado”, cifra que supera la mayoría de las veces, la jornada laboral de un adulto.
Cuando he tenido la oportunidad de conversar con jóvenes sobre su preferencia entre mantenerse en una comunidad virtual o actividades al aire libre, contrario a lo que muchos creerían, la mayoría prefiere estas últimas sólo que están conscientes que, en Venezuela, los riesgos a su integridad no se los permiten. Como anécdota puedo comentar que un joven amigo venezolano me envió la foto de su primer día como inmigrante en un país europeo, se trataba de un juego de basquet a las once de la noche, algo que para él era impensable en su tierra natal. Y es que no sólo se trata de las amenazas virtuales, de por sí considerables, sino de las consecuencias para la salud. Se producen alteraciones en el peso corporal, ya que los jóvenes optan por el sedentarismo, la comida chatarra, snacks o bebidas energéticas. Los trastornos del sueño, el agotamiento mental e incluso el bajo rendimiento escolar se hacen presentes.
No se trata de negar el acceso a las tecnologías y sus beneficios, ya que eso sería como meter la cabeza debajo de la alfombra. Lo que como adultos debemos asumir, es la cuota de responsabilidad que nos corresponde para ser agentes activos y confiables de prevención, con el objetivo de minimizar la posibilidad que nuestros representados sean víctimas.
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