Tener un familiar adicto
Fuente: www.latimes.com. MARÍA ANTONIETA JUÁREZ A.
De adictos y adicciones: Tener un familiar adicto
“He llegado al punto de cero tolerancia, no sé qué será lo mejor para él y a duras penas encuentro lo que es mejor para mí; no crea, uno lo piensa y te duele en el alma nada más de pensar, de imaginar ese final. Pero si ellos no quieren y no ponen de su parte, desgraciadamente no puedo esperar menos que su muerte; se me aprieta el pecho cuando pienso que uno de estos días me llegará la noticia de que lo encontraron muerto, a veces me salgo a caminar por las calles con la esperanza de verlo, pero me da miedo encontrarlo.
“He tratado de ayudar a mi esposo, incluso en mi locura le he dicho que vayamos a internarnos juntos, para apoyarlo, pero él no quiere saber nada de rehabilitación. Con todo el dolor de mi corazón le tuve que pedir que se fuera de mi casa.
“No pierdo la fe, tampoco dejo de orar, pero he aprendido que rescatar al adicto le hace daño a él y me hace daño a mí”.
Adriana
“Me duele mucho decir esto, pero desde que mi hijo adicto falleció, toda la familia descansa. No es que le haya deseado la muerte, ninguna madre desea eso, pero fueron tantos años de problemas, los arrestos, las balaceras, el miedo de que llegaran a matarnos, era casi inevitable su deceso. Cuando hablaba con Dios le pedía que lo metieran a la cárcel para seguirlo viendo, pero Dios tenía otros planes. Nunca quiso cambiar de vida, él me decía: ‘Así como ser maestra es su profesión, la mía es ser ladrón’”.
Mary
“He revivido dos veces a mi hijo, le he pagado centros de rehabilitación, permito que viva en mi casa, hago todo tratando de evitar la pena de verlo en la cárcel, por las calles o que me lo entreguen muerto. La familia y los amigos me dicen que lo deje por su cuenta, pero no podemos, para mi esposa y para mí es muy difícil, aún no puedo entender qué significa soltar con amor”.
Rubén
“He vivido 25 años con un adicto, en nuestra relación ha habido de todo, algunos momentos buenos y la mayor parte angustia, peleas, reconciliaciones, promesas, etcétera. En mi caso no hubo una gota que derramó el vaso, fueron tres, mis tres hijos, gracias a ellos fui abriendo los ojos, ellos me llevaron información de un grupo de doce pasos y fueron mis defensores cuando su padre me quiso volver a golpear, y también son ellos quienes me reprochan el ser tan permisiva.
En mi grupo de doce pasos me di cuenta que toleraba aquella situación por una necesidad enorme de amor, quería que alguien me amara y me sentía perdida sin él; ahora sé que siempre he tenido esa carencia, nunca me sentí amada por mi madre, me duele, pero entiendo que el amor de madre solo lo puede dar una madre, nadie más.
Hoy ya no peleo con el adicto, finalmente dejé que se marchara, tampoco lo recibo en mi casa, no sé por qué lo amo, pero mientras ande activo no puedo volver con él”.
Rosy
“Es difícil escuchar a la familia decir ‘Cuando murió el adicto descansé’, en este caso, el adicto soy yo, he recaído muchas veces, también he pensado en salirme de mi casa, pero honestamente no tengo a donde ir, trato de hacerme el invisible, pero a los padres no les puedes ocultar tu estado, a veces ellos se hacen de la vista gorda para no vivir peleando, pero siempre se dan cuenta. Siento vergüenza, pero con la pipa se me pasa”.
Vic
Actualmente la adicción se considera una enfermedad del alma, por desgracia, no solo se enferma el adicto, también la familia se enferma. Si usted está viviendo al lado de un adicto, sabe de lo que hablo, le aconsejo que busque ayuda para usted, piense que la mejor forma de ayudarlos, es estando bien usted.
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