Una nueva esperanza para adictos a la heroína
Se trata de un innovador tratamiento liderado por Fundar de Colombia, entidad especializada en el tratamiento y rehabilitación de farmacodependientes.
Fuente original: elpais.com.co | 03/09/2015
Doce consumidores de heroína mezclada con al menos otras cinco sustancias psicoactivas superaron el consumo de este opiáceo, gracias al programa Predem, que busca reducir la adicción a esta y otras drogas.
Se trata de un innovador tratamiento liderado por Fundar de Colombia, entidad especializada en el tratamiento y rehabilitación de farmacodependientes.
La novedad está durante el proceso, el tratamiento no le exige al paciente suspender el consumo de otras sustancias, excepto la misma heroína y los tranquilizantes menores. Estos son depresores del sistema nervioso central y su mezcla con metadona puede producir paro respiratorio y la muerte.
Y para superar la dependencia, se realiza un proceso de sustitución con metadona, un medicamento que le quita el deseo de consumir el opiáceo y le evita el síndrome de abstinencia, el principal motivo por el cual el enfermo sigue consumiendo. Además, el tratamiento es totalmente voluntario y el paciente no es obligado a recibirlo.
“Doce personas parecen pocas, pero si miramos que eran consumidores de heroína hasta con 7 años de adicción y que ya eran habitantes en situación de calle, es muy significativo”, dice la médico toxicóloga Delia Hernández, directora de Fundar y del programa.
Predem es un programa piloto en Colombia para combatir el consumo de heroína y otras sustancias, liderado por los ministerios de Justicia y de Salud y por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), que eligieron a Fundar de Colombia para aplicar el modelo en Cali, financiado por la Unión Europea.
De ahí que está diseñado para ser de fácil acceso para la población afectada, que generalmente es de estrato 1, donde están los sitios de expendio y consumo.
Fundar de Colombia hizo un estudio previo, en el cual entrevistó a 66 consumidores en los barrios El Calvario, Sucre, Santa Rosa y San Judas, de Cali. Pero cuando hizo la convocatoria, se presentaron 117 en el hogar de paso de Samaritanos de la Calle, de la Arquidiócesis de Cali, fundación que apoyó el proceso, así como las secretarías de Salud de Cali y del Valle del Cauca.
“Lo más impactante es que todos piden ayuda. Dicen: ‘esto es un infierno, ayúdenme a salir’”, revela la sicóloga Nora Ligia Quintero, miembro del equipo interdisciplinario de Fundar de Colombia, que recorrió paso a paso La Esquina del Soplón, La Escalera, El Muro, La Calle de la Heroína y otros nichos de expendio y consumo.
Sin embargo, solo 33 aceptaron el reto de seguir el plan de rehabilitación. Y de ellos, 12 reciben hoy el diploma y el reconocimiento de haberle ganado la batalla a esta sustancia autodestructiva. Estos pacientes ya no consumen heroína ni ningún otro alucinógeno.
La mayor deserción se presenta porque algunos no cumplen la solicitud de no consumir la heroína y los tranquilizantes menores, prerrequisito para suministrarle la metadona, porque la mezcla de las dos sustancias puede resultar mortal, por paro respiratorio. “Entonces, cuando les hacemos los exámenes y registra que han consumido, no se les puede dar el fármaco sustituto y dicen, yo vuelvo y ahí es cuando desaparecen y recaen”, explica la toxicóloga.
No obstante, estas doce personas entre, los 17 y los 37 años, mostrarán hoy su recuperación ante funcionarios de las entidades que apoyan el programa. Estarán acompañados de sus familias, a las cuales se han reintegrado ya, después de vivir muchos años en la calle.
“Es una ceremonia de presentación de resultados en los que cuatro rehabilitados ya trabajan, uno estudia, otro presentó su examen de las Pruebas Saber para ingresar a la universidad y dos están en proceso de contratación en el Centro de Entrenamiento de Caninos”, dice la directora Delia.
Este centro forma parte de los planes de capacitación para que puedan emplearse después o trabajar independientes, como adiestradores básicos de caninos, o cuidadores de estas mascotas.
Logros muy importantes por cuanto cuando empezaron el programa, estaban en una situación de deterioro personal muy fuerte. “Uno los encuentra recostados sobre las paredes, consumiendo; enajenados de la realidad, muy desnutridos, enfermos, viviendo en la calle, totalmente sucios y sin el más mínimo cuidado personal”, cuenta la psicóloga.
Una de las experiencias que más la impactó como profesional fue el reencuentro de los pacientes con sus familias, madres, hijos, muchas personas a las cuales no veían hacía años. Para ello, los psicólogos y trabajadoras sociales del programa tienen que sensibilizar y capacitar al núcleo familiar simultáneamente y propiciar los reencuentros.
De hecho, algunos que no culminaron el programa fue porque sus familias los vieron tan bien, que después de llevar años de no tratar con ellos, se los llevaron “para ponerlos a trabajar”. Cuando llaman dicen que ya no consumen, a pesar de que siguen viviendo en su entorno, donde el expendio y consumo son habituales.
La toxicóloga advierte que el tratamiento sustituto debe ser mínimo de dos años, hasta que el paciente está totalmente resocializado. La ventaja es que la metadona no es adictiva y mientras se administra, debe tener supervisión médica especializada.
De los doce que avanzan en el programa, unos ya han tenido reencuentros con su mamá. Otro con su hija, otro cuida a sus hijos mientras su esposa trabaja. “Sus familias ya no los ven como un delincuente en la casa, sino como una persona que trabaja o estudia, que da afecto y que colabora”, revela la psicóloga.
Ante la propuesta de la Secretaría de Salud de Cali de entregar a los dependientes de heroína kits con jeringa para inyectarse, según declaraciones del titular de esta dependencia, Harold Suárez, comenta la toxicóloga que el programa funciona, siempre y cuando esté acompañado de otros programas que les ofrezcan la posibilidad de superar la adicción y salir de ella.
Perfil del heroinómano
El alto grado de autodestrucción de estos heroinómanos se agrava porque mezclan o rebajan esta sustancia con otras como basuco (basura de coca), marihuana, inhalantes (pegantes, sacol), benzodiacepinas, tranquilizantes menores, cocaína y otras.
La mayoría son habitantes de la calle o con periodos de vida en calle, es decir van a la casa por un tiempo, pero se ausentan por otro. Tienen familias desestructuradas, viven en contextos de violencia, drogas, prostitución e inseguridad. Los adultos son desempleados, los jóvenes desescolarizados, y han roto su lazo afectivo con sus familias y amigos y tienen una marcada ruptura con las normas.
La heroína la inhalan (estilo chino), la fuman o se la inyectan. La mayoría de estos últimos se prestan las jeringas para inyectarse o lo hacen sin normas de asepsia, lo cual aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas. También comparten las drogas.
“Para acercarse a ellos hay que ser reconocidos por ellos, porque de lo contrario pueden ser muy hostiles y agresivos”, dice otra persona del equipo interdisciplinario que hizo el trabajo de campo en la zona.
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